Episodio XXXII: Ankara - Turquía

LOS OJOS DE LA SERPIENTE

Nuestro inesperado viaje a la Anatolia

En el momento en que estábamos debatiendo sobre los lugares que serían visitados, Turquía se barajó entre las decenas de posibilidades. Pero fue rápidamente descartado por simple naturalidad.

Fue ya durante el viaje, cuando nos dimos cuenta que muchos destinos cambiarían a los largo del trayecto, tras lo de Sumatra y Beijing, y por lo tanto, nos abrimos a esas posibilidades, dejándonos fluir.

Durante nuestro transcurso por Asia, nos llegaron algunos mensajitos sobre Turquía, preguntándonos si iríamos allí o no. Otros hablando de lo hermoso que era, que no nos lo teníamos que perder (claro está que los que dijeron eso no sabían de qué iba nuestro viaje), pero sobre todo, un mail de alguien de quien perdimos el correo y no recordamos más su contenido, nos dijo que había soñado que los Leones de Hattusha tenían algo importante que decirnos.

Esos leones, estaban en el centro de Anatolia, el territorio llamado Turquía, a unos pocos kilómetros de la capital: Ankara.

Por alguna razón, esto nos resonó mucho. Esos leones tenían algo que decirnos, algo que mostrarnos, y lo entenderíamos una vez llegados allí.

Turquía es un país que pertenece a Asia, pero que una pequeña parte de su territorio, está en territorio europeo. La ciudad más importante, Estambul, está una parte en un continente, y la otra en el otro continente. Por alguna razón, los días que podíamos asignar a Turquía eran sólo dos, es decir, que teníamos sólo un día completo en el país. Tal vez es complicado pensar que nos movemos por el mundo como si fuese un barrio, ya que no es normal pasar un día o tres como mucho en un país y cambiar a otro como si nada, pero este año se había transformado en la forma en que debíamos hacer las cosas, y lo aceptábamos.

No teníamos tiempo de conocer nada de lo que nos habían hablado: la hermosa Estambul, la preciosa Capadocia… pero nosotros debíamos exclusivamente dirigirnos a donde los hados nos habían dicho. Demasiadas veces oímos hablar de Turquía, y los Leones de Hattusha inminentemente tenían algo para nuestro camino Harwitum.

No entendíamos por qué nos enviaban a este país desde Egipto, en cierta forma, rompiendo la línea de la Rosa de la que nos habían hablado en Egipto, una línea atravesando Europa. Pero de todas formas, la razón de nuestro paso por allí, y su lógica, sólo la comprenderíamos una vez habiendo pisado sus tierras.

Perseo aún estaba presente

Salimos del Cairo camino a Estambul. Allí haríamos escala antes de llegar a Ankara. Estambul es la ciudad más conocida de Turquía, ha sido siempre la capital, desde tiempos antiguos, llamada Bizancio o también conocida como Constantinopla, fue eje de los imperios Romano de Oriente, y muy posteriormente el Otomano. Turquía parecía tener la energía de lo dos continentes: Asia y Europa. Sus imperios y países siempre han tenido parte de los dos, y Estambul como centro. Fue allí donde se mandó a unir los textos antiguos que acabarían por formar la actual Biblia, el Concilio de Constantinopla. sin dudas era un foco importante en la historia de nuestra realidad actual, ya que allí fueron tomadas decisiones que moldearon nuestro pasado y por ende, el futuro.

Lo que nos llamó la atención de nuestro viaje a Turquía, es que los vuelos a Grecia, Bosnia y luego Italia, tenían todos escala en Estambul.

Al saber esto, vuelos incluso sin lógica, como hacer Atenas-Estambul-Sarajevo-Estambul-Milán, (miren un mapa), parecía querer decirnos algo. Estando en el mismo aeropuerto, se nos vino a la cabeza la sensación de tener a toda la enorme ciudad dentro de nuestro campo magnético, uniendo Europa y Asia Menor, entre el Mar Negro y el Mar Marmara. Esa sensación nos permitió sentirnos parte de algo parecido a un tejer y destejer la energía que estábamos focalizando en la región. Era probable que nuestra presencia tantas veces allí, tuviese que ver con un desenlace entre las energías del camino.

Aterrizar en Ankara fue muestra obvia de ello.

Ankara fue la nueva capital de Turquía tras la caída del Imperio Otomano, cuando las invasiones francesas, inglesas, entre otras, rodearon las costas y tomaron Estambul, haciendo que Turquía necesite reorganizarse en un punto lejano a los puertos de invasión: un pequeño poblado dedicado a hacer lana ancora, en el centro de la Anatolia. Ankara fue así capital de la nueva Turquía.

El país es una extraña mezcla entre lo europeo y lo asiático y árabe. La infraestructura nos sorprendió, pues posee una organización social bastante moderna y tecnológica para lo que nosotros esperábamos de Turquía.

Modernos transportes, edificios, aerolíneas, impresionantes aeropuertos, autopistas… todo está ordenado y europeizado. La mayoría de la población es musulmana, pero el Estado es Laico, de los pocos, si no el único, país musulmán del mundo con un estado Laico y libre.

La imagen turca en la historia ha sido una gran mancha de oscuridad para los pueblos que rondan sus actuales límites, como Armenia. Aún hoy el pueblo turco niega tal genocidio. Incluso cuando preguntamos a nuestro guía porqué no dejaban a los armenios investigar sobre su propia historia en sus antiguas tierras del lago Van, al este de Turquía, él se molestó mucho diciendo que eso era mentira, y que había muchos armenios haciendo cosas allí… lo cual no fue lo que nos dijeron en Yerevan.

Sin embargo, habían avanzado bastante en su imagen, hasta el punto en que muchos desean volver allí. Los paisajes verdes, con bellos poblados añejos, ovejas pastando entre flores, y un clima cómodo, todo nos mostraba una cara que desconocíamos de este país.

Cuando estábamos preparados para el aterrizaje, estaba hojeando la revista de Turkish Airlines, mirando sobre todo los mapas, los que siempre tienen algo para decir, y algo me llamó la atención. El mapa mostraba las rutas aéreas, ciudades, países del mundo, y sobre todo su geografía bien marcada con montañas y verdes. Analizo Turquía, y su forma. Recordé un cuadro en el aeropuerto de Dubai, que mostraba la concepción antigua de la región de Medio Oriente como si fuese un caballo. La cabeza del caballo, era Turquía, ya que se ve perfectamente el contorno de su maxilar inferior. Pero yo siempre había notado otra forma allí, como si fuese un lagarto gigante, o un Dragón. La cuestión fue… ¿qué hace esa extraña cabeza allí? ¿Qué rol cumple…?

En eso, pude encontrar el resto de la forma. Las montañas que nacen al Oeste de Asia Menor, es decir, en las costas del Mar Egeo, se extienden hacia el este atravesando toda la Anatolia, Armenia, Azerbaiyán, Irán, Afganistán, Tibet, Mongolia, Siberia Oriental hasta el norte de Kamchatka, pasando por Bering hacia Alaska, bajando la cordillera de las Rocosas en Canadá y Estados Unidos, atravesando de manera sutil la pequeña cordillera de Centroamérica, e iniciando su paso final por la extensa cordillera de los Andes, terminando en Tierra del Fuego como una puntita doblada, la cola de la Serpiente… allí estaba, la Serpiente más grande del mundo.

La Serpiente de Luz atravesaba las grandes cordilleras del Mundo, las más grandes y extensas, y todas parecían estar conectadas. El inicio de su recorrido, era en la boca, al oeste de Turquía, en el mar Egeo, y su final, era en la punta este de la isla de Río Grande, en Argentina.

La Famosa energía de Luz que circula por las montañas del mundo, parecía tener su principio en aquél territorio.

Emocionado se lo dije a Diego, con quien recordamos bien lo dicho en Saqqara. Los Ojos de la Serpiente. ¿Qué significaría eso?

Ankara estaba precisamente a la altura de lo que podría interpretarse como el Ojo de la Serpiente. Vimos que un ancho mar de sal se ubicaba cerca… es posible que ese mar fuese el punto a visitar. Sólo tendríamos un día en Turquía, y parecía que lo que hayamos tenido que hacer allí, debía ser muy rápido.

Las cosas se nos iban aclarando. Mientras aterrizaba el avión, comentábamos el mensaje de “abrir los ojos a la serpiente”. Parecía tener que ver con recuperar la claridad. La serpiente, todo el recorrido energético de la misma, transita por tierras de conflicto y dolor histórico. Su cola se está activando, pero si su cabeza permanece ciega a la realidad, de nada nos serviría. Era posible que abrir los ojos de la Serpiente, en Turquía, movilizase la vibración de luz en el fin de su cuerpo, en Sudamérica. Era como si Turquía y Argentina estuviesen conectadas por los extremos.

En eso pensamos… Oh Dios mío… Menem… ¿Tenía que ver Turquía en nuestras tierras con un mensaje oculto del universo de la ceguera de la Serpiente, habiendo tenido a un pueblo ciego en manos de un descendiente otomano durante 10 años…? y el cual sigue aún en el Senado…; posiblemente, cuando la serpiente abra los ojos… nuestro karma argentino se liberaría… “no sé… capaz… ponele…” (diría nuestra amiga Silvina).

Hablando de reflejarse, de abrir los ojos, de despertar, de sanar la propia oscuridad y luz, de enfrentarnos a nosotros en esta energía, todo de alguna forma nos recordaba al análisis que habíamos hecho del mito de Perseo en nuestra estadía en Omán.

En eso, el avión ya había aterrizado, y se dirigía a la manga para que descendamos a la terminal. Cuando frena, miramos por la ventana, y justo a nuestro lado, un enorme avión que en su ala tenía un pequeño caballo blanco con alas. Al ver el avión completo, descubrimos el nombre de la empresa: Pegasus. Allí estaba, el universo otra vez aclarándonos las dudas. Veníamos de una energía que nos había hablado de Perseo, quien defendió del gran monstruo a Andrómeda, monstruo marino con forma de serpiente en los cielos (ver la constelación) a la cual sólo podía detener y matar mostrándole la cabeza de la Medusa: el único punto débil de este monstruo, eran sus ojos, y fue por allí, mostrándole a medusa, que se convirtió en piedra y se destruyó.

Pegaso nos acompañaba. El mito de Perseo seguía presente allí. La gran serpiente podía ser de Luz o de Oscuridad, podía elegir seguir siendo ciega y un monstruo, o elegir ver y ser una serpiente de Luz.

Bajando del avión, Diego mencionó sorprendido sobre la cantidad de personas de ojos verdes que se cruzó desde Estambul. Muchos turcos parecían tener los ojos claros, concretamente verdes. Dijo: “parecen verdes como de serpiente”. Seguimos viendo ojos verdes que nos llamaron la atención durante nuestra estadía en Turquía, esto parecía tener algún significado para nosotros… aunque aún no lo comprendíamos muy bien.

El mensaje de los Leones

Al llegar nos encontramos con nuestro guía. Según nos había dicho la agencia de Turquía, moverse por este país era complicado y no podíamos rentar un coche ni entrar a los sitios donde queríamos sin un guía turístico. Como sólo teníamos un día, no queríamos dar muchas vueltas, y aceptamos el trato. Pero al salir del aeropuerto nos llevamos una sorpresa: había muchos Rent a Car, y mucha gente yendo por su voluntad. De la misma forma, en los sitios a los que queríamos ir, no había ni siquiera entrada: era libre y al aire libre, y varios turistas que vimos, ingresaban allí por sí solos.

De todas formas, lo tomamos en consideración, pues muchas cosas no las hubiésemos comprendido si nuestro guía no estuviese allí durante nuestras escasas horas.

Un jubilado nos llevaría a todos sitios… lo cual nos daba un poco de miedo, y el cual se presentó ya quejándose, pues no quería conducir tanto… empezamos con el pie equivocado.

Nuestro objetivo al otro día temprano, era Hattuşa (Hattusha), una antigua ciudad Hitita, su capital concretamente. Ésta se encuentra en el sur de la provincia de Ḉorum (Chorum), al este de Ankara. Nosotros creíamos que estaba mucho más cerca, pero el recorrido nos demoró unas más de dos horas hasta llegar.

Los hititas, habían sido un pueblo que logró extenderse a lo largo de gran parte de Oriente Medio, incluso limitando con Egipto, en la actual Israel. Ellos, habían venido migrando hacía milenios desde el norte de Eurasia, la actual Rusia, como familias Indoeuropeas,  se asentaron en la Anatolia, donde desde allí se convirtieron en una importante civilización, con dioses, templos, comercio, aduanas, capital, incluso escritura. Ellos se hacían llamar Pueblo de 1000 dioses pues honraban a muchos.

Igual que los Griegos, tenían conflictos directos con sus dioses, los cuales necesitaban de los humanos. Sabiendo esto, los humanos a veces se revelaban contra ellos, diciéndoles que a partir de ahora no iban a honrarlos más, lo que era malo para los dioses. Esas charlas entre humanos y dioses a un nivel tan natural, hacía pensar sobre el verdadero origen “celestial” de los mismos.

Pero no obstante ello, nuestro guía nos explicó que los Hititas no eran los primeros habitantes de la Anatolia, sino que lo fueron los Hatti. Este pueblo, no era social como los hititas, con sus avanzados sistemas como los egipcios, sino que eran más bien adoradores de la naturaleza, viviendo en tribus. Este pueblo es un enigma en la historia, pues nadie sabe mucho de ellos, ya que no han dejado información de sí mismos. Cuando los Hitita llegaron, dominaron todo y el legado Hatti se perdió.

Recordé en ese momento, que en unos mapas que hice sobre la antigüedad del Mediterráneo, en la región de Anatolia, ubicaba un pueblo con el nombre de Hittai, de los que decía, eran anteriores a los Hitita.

Eso me llamó mucho la atención, pues confirmaba otro de mis recuerdos sobre la historia de la zona.

El guía nos explicó algunas cosas sobre el lugar, pero nada para nosotros era realmente de valor para lo que nuestro camino demandaba.

VIDEO RUINAS HITITAS

(para ver el video en youtube click aquí)

Fuimos subiendo por sectores en el camino, ya que la ciudad antigua estaba situada en un valle entre montañas, y en nuestra segunda parada, pudimos visitar uno de los lugares que más nos llamó la atención.

Nuestro guía también mencionó algo que coincidía con nuestro camino:

_“Estas piedras vienen de una cantera a kilómetros del otro lado de las colinas, pero sin embargo, algunas han sido estimadas entre 30 y 50 toneladas… no hay burro que cargue estas piedras. Además, tan bien cortadas, perfectamente…”

Sus cortes nos recordaron a MachuPicchu, a Kaimanawa… y sentimos que habían sido utilizada la misma tecnología que en todos aquellos sitios: el sonido.

El sonido conectaba la construcción de todos los grandes misterios de la historia.

En el centro, había un lugar ceremonial, donde nos llamó la atención algo: en el centro, al aire libre, una piedra que desentonaba con todas.

_ “¿Y esa piedra?- preguntamos sorprendidos.

_ No se sabe bien- respondió – pero seguramente, según se interpreta, fue traída con motivos ceremoniales y de adoración.

No sabíamos como siempre hasta dónde realmente sabían los historiadores. Muchas de las personas que analizan la historia, hacen lo mismo que nosotros: crear hipótesis, y basarse en ellas. Las únicas diferencias entre ellos y nosotros, era que ellos tenían más tiempo, más títulos (directamente, tienen un título), y por ende, un grupo de trabajo que sigue la hipótesis. Nosotros no teníamos ni tiempo, ni equipo ni títulos, entonces nuestras hipótesis no eran serias.

VIDEO CIUDAD DE HATTUSA

(para ver el video en youtube click aquí)

Pero esa piedra nos decía algo que podíamos leer en su vibración… lisa, suave, grande como un bloque, cuadrada y de color verdoso.

Desentonaba con todas las demás piedras y rocas de alrededor, y según nos contó, era la única hallada así en la zona.

Cuando nos pusimos frente a los Leones, entendimos que ellos no tenían en sí nada que decirnos, sino que mostrarnos. Ellos eran los guardianes de esa antigua ciudad Hatti, Hitita, y tras sus puertas se hallaba realmente nuestro mensaje.

En un solo día, nos habían mostrado los ojos, y la serpiente, era momento de encontrarnos con aquel mismo ojo que hace milenios estaba allí esperando para volver a ser consciente.

Los ojos verdes nos habían dado la pista para encontrarnos con esa roca verde, y las cordilleras del mundo, encontrar la serpiente que nos une. Los Leones de Hattusha, eran custodios de un secreto energético que afectaba a la Serpiente de Luz. Allí estaban sus ciegos ojos.

Esa bella y lisa roca verde que se hallaba en el corazón de la ciudad antigua, tras pasar la puerta de los Leones, era el gran ojo de la Serpiente.

Su textura era suave e irradiaba el calor de una forma muy diferente al resto de las piedras. Sentí que tenía que abrazarla fuertemente y envolverla en nuestro campo energético.

Por un momento me dejé estar sobre ella y sentir su calor irradiar.

Tal como en Saqqara nos habían dicho, era allí donde encontraríamos los ojos de la serpiente, y haciéndolo consciente, ésta podría ver.

Muchos asocian a la Serpiente con un animal rastrero y malévolo, estrechamente hermanado con sectas, Illuminati, masones, satánicos, etc., sin embargo, la imagen de la Serpiente, pasó a tener esa connotación negativa tras el poder del Cristianismo, quienes veían a todas las imágenes antiguas como paganas. Las antiguas tradiciones, tenían a las serpientes como un animal representativo de la Sabiduría, la Medicina, un animal que pertenecía a la Tierra y conocía de la misma por estar tan cerca de ella. Es por esto que muchos sabios o tradiciones antiguas, utilizaron su forma y nombre como escudo de poder y emblema del conocimiento. Pero cuando el Monoteísmo trajo su control, las imágenes de animales fueron tomadas con desprestigio y castigadas como imágenes satánicas que iban en contra de Dios. Desde ese momento, el mundo observó a esos animales de la misma forma que los cristianos observaban a las gentes que estaban en contra de sus políticas totalitaristas, poseedoras de esos esos símbolos.

Hoy la tradición cristiana permanece incluso en aquellos que creen estar en contra de los mismos, creyendo que la imagen de la serpiente es un símbolo de destrucción y control mundial.

Sin embargo, la serpiente representa esa energía telúrica de la luz, que se mueve por el mundo activando la energía y vitalidad, conectando a quienes habitan su lomo a lo largo y ancho del planeta. Sus ojos iluminan el espíritu de las montañas, pero hace tiempo que la serpiente cerró sus ojos, lo cual ha traído a lo largo de su cuerpo montañoso, grandes problemas, conflictos, control y guerra, para la humanidad.

Era momento de abrir sus ojos. Sujetando esa piedra, depositando nuestra conciencia y a partir de allí hacer mención constante de este entramado de la realidad, con el fin de encender sus ojos y activar su luz a partir de este momento.

Si sus ojos se abren, su luz movería las montañas, y cocrearía nuevas realidades en todas las tierras que rodean su forma.

Turquía, Siria, Georgia, Armenia, Azerbaiyán, Irak, Irán, Afganistán, Pakistán, India, Nepal, Turkmenistán, China, Tibet, Bután, Mongolia, Siberia Rusa, Alaska, Canadá, Estados Unidos, México, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina, comprendían el recorrido de esta Serpiente de Luz.

Todos estos países movían esa luz a través de sus montañas, y todos ellos abrirían sus ojos.

La Llave de la Cabeza

Tras sentir la energía de ese ojo de piedra, nos dirigimos a un sitio que nos llamó la atención. Era un pequeño lago al sur de Ankara. Puede que nada tenga de especial en lo turístico, más que un sitio donde descansan las gentes de la capital los fines de semanas, pero su nombre fue el que nos indicó su importancia en nuestro recorrido.

El ojo se estaba despejando al volver a ser respetado como tal, y la conciencia debía anclarse en su Cabeza para permanecer activa. Desde luego que no podíamos dejar una Towei Lumbar en las ruinas de Hattusha, pues no había dónde ponerla para que no la saquen, pero un nombre nos dio una pista:

Gölbaşi. Cuando preguntamos su significado, el guía nos dijo: “significa Lago de la Cabeza”.

Göl en tuco, significa Lago, lo que me llamó la atención, es que en sayónico, aquella lengua que recuerdo de áfrica del norte hablada hace 10 mil años, Göl, significa: Ojos. Ojo de agua… posiblemente… Todo nos estaba llevando a unir cientos de puntos sueltos en nuestro recorrido.

El dragón, la serpiente, que viene de Asia, el plexo, abre su boca hacia Europa, y nos muestra sus ojos en el centro de la Anatolia. Allí, entre Hattusha y Ankara, debía ir la llave… pero… ¿qué llave?

Para quienes no recuerdan, hubo en China un problema con las llaves de conciencia que estamos sembrando como símbolo del Camino en cada uno de los puntos que visitamos. Esa llave de conciencia, por una u otra razón, decidió no quedarse en Xian, lugar que tenía predestinado (ver Episodio XXIV). Cargamos esta llave con nosotros, sin saber aún dónde debía ir.

La sensación de Diego en cada lugar nuevo al que íbamos, es que esa llave no iba en ninguno de los lugares que pisamos tras Xian, y mi sensación, era que esa llave no podía ingresar en Europa, pues su energía no tenía nada que ver con lo que las tierras necesitaban.

Cuando surgió Turquía en mitad del camino, yo me dije a mí mismo que esa llave o quedaba allí, o yo no la ingresaba en Grecia. La llave de Xian, tenía una energía que pertenecía a las pirámides de esa zona, a sus constelaciones y al pueblo ancestral del Taklamakan, custodios de las Pirámides, los Uyghur.

El comunicado allí, fue fuerte: _”nada queda aquí de lo que estas tierras fueron, hoy, deben destruirse para regenerarse, y ninguna conciencia debe aquí anclarse hoy.”

Estando en Turquía, decidimos los dos dejar la llave allí, para que esa fuerza energética de Asia, no ingrese en Europa, siendo la misma muy diferente al camino de Isis que comenzábamos allí.

Pero en ese mismo día, nos llevamos una gran sorpresa. Entre los trayectos de Hattusha y Gölbasi, nosotros contamos al guía sobre nuestro proyecto, hablando sobre cada país, mencionamos a China y nuestras opiniones sobre ese país. Y al final de esos comentarios, él nos cuenta una historia que nos llenó de alegría dentro del misterio del Camino de Harwitum:

“_Hace un tiempo ya que fui a China, y allí me llevé una sorpresa: se me acercó un niño, que nada tenía que ver los chinos, sus ojos, color, nada; y lo que supe ahí es que esos pueblos son mucho más antiguos que los chinos y que han habitado ese territorio mucho tiempo. Su rostro era muy parecido al mío, al de mi pueblo, y fue una muestra de que estamos relacionados los turcos con China, porque antes vivíamos allí…” Comenzó a contarnos que los turcos, en realidad llegaron a la actual Turquía alrededor del año 1300 de nuestra era, provenientes de territorios como Gobi, Turkmenistán, Tíbet, China…

Entonces preguntamos inmediatamente: “¿Conoces a los Uyghur?”

Y su respuesta fue: “¡Claro! ¡Ellos son nuestros antepasados más lejanos! Por eso aquel niño se nos parecía, los Uygur incluso hablan muy parecido al turco, porque nosotros venimos de ellos…”

Esto nos hizo despertar una alegría en nuestro interior. La historia tenía sentido. La llave de Xian no había querido quedarse allí en una tierra donde la gente que la habitaba ya no vivía allí. En su sangre, en cierta forma, parte del pueblo turco poseía los genes de los custodios de aquellas pirámides antiguas de China, y la llave iría allí, sería llevada inconscientemente por nosotros hasta la tierra donde habitan los descendientes de aquel pueblo.

El centro de la Anatolia y el Xian estaban conectados por la historia de sus gentes migrando por el mundo. Esa llave sabía que su energía debía abrir, y no cerrar, fue por eso que dentro de la misma frecuencia, pudo hallar su sitio en los Ojos de la Serpiente.

Llegamos a Gölbasi, y la energía de una tormenta nos envolvió. El antiguo dios Tor, el trueno, el rayo, nacido a los pies del monte Ararat de la antigua Armenia, había recorrido el mismo camino que nosotros, y desde hacía unas semanas también resonaba en nuestras cabezas. Por alguna razón, sentimos su energía, y era porque al pueblo antiguo turco, se lo relacionaba con el nombre de Tor, ya que ese mismo personaje, había surgido del este, y gobernó la Anatolia, haciéndose tan importante, que fue adoptado por los Nórdicos, Sajones y Celtas como uno de sus dioses supremos, Thor, nacido en Anatolia, y del cual aún su nombre es mencionado como raíz de la palabra tormenta en varios idiomas, como español e inglés: tormenta, storm… Su energía indudablemente recibía la llave, pues sin aviso alguno, apareció una tormenta con rayos y truenos tras un día soleado y hermoso.

Previamente a salir hacia el Lago, algo me hizo recoger una pequeña piedra, que al tomarla, me llevó a sentir en mi interior una frase: “con los delfines”. Esa frase no tenía sentido en aquel momento, pero sí lo tuvo bajo la lluvia en el Lago de la Cabeza.

Debido a la lluvia, no había nada disponible para subir e ingresar en el lago para hacer entrega de la llave. Hasta que encontramos a un señor que aceptó darnos algo para que podamos navegar… un pequeño bote a pedales, con forma de dos delfines amarillos… Ese tipo de cosas me demostraban que a pesar del cansancio y los apuros, aún no perdíamos toda la conexión con la Red.

Pedaleamos entre la lluvia y los truenos, hasta adentrarnos un poco en el Gölbasi, y allí, sobre esas aguas, ofrecimos la llave a la energía de Thor, lanzándola en el centro de la Cabeza de la Serpiente que comenzaba a abrir sus ojos.

VIDEO LLAVE EN GÖLBASI

(para ver el video en youtube click aquí)

La estadía en Turquía, fue de tan solo un día… uno de los días más intensos de nuestro viaje. Era el fin de nuestro Camino por los chakras básicos. Una vez despierta la energía de la Serpiente en la Red Magnética Planetaria dentro de nuestra conciencia, era momento de reconocer la energía que alimenta a esta Serpiente, a este Dragón, activarla y concientizarla, despertando la energía del Corazón, intentando comprender el propósito del tránsito por nuestro próximo destino y su proximidad con Turquía.

Grecia estaba a un paso, y ese paso volvía a ser Estambul. Volviendo a realizar un salto de conciencia en aquel punto neurálgico del quiebre energético de Asia y Europa, pudimos al fin ingresar completamente en la vibración del Corazón del Planeta.